El 28 de enero se celebra el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2 o Día Mundial de la Acción frente al Calentamiento Global. Una conmemoración esperada, ya que en esta ocasión, al fin, podrá aparcarse el terrible debate de si el ser humano es culpable o no del aumento de la temperatura media del planeta, que se viene observando en las últimas décadas y, tal vez, podamos centrarnos en pensar soluciones.
Después de años de alargar la vida de una cuestión que llevaba tiempo moribunda, que solo sobrevivía por las aportaciones artificiales y vacías de contenido de un grupo de resistentes a la evidencia, el pasado 2014 el Panel Intergubernamental de Naciones Unidas para el Cambio Climático (IPCC) afirmó sin lugar a dudas que el ser humano era el responsable de esta situación.
El exceso de contaminación de un tren de vida que el planeta no puede soportar, ha provocado un calentamiento inequívoco del sistema climático, que puede ocasionar, en un futuro próximo, impactos graves, generalizados e irreversibles, que nos obligarán a adaptarnos a un nuevo escenario.
Según Naciones Unidas, las concentraciones atmosféricas de CO2 han aumentado a niveles sin precedentes en los últimos 800.000 años, cuando las condiciones de vida en la Tierra eran muy diferentes. Este crecimiento se inició con la Revolución Industrial, pero se aceleró de forma exponencial desde 1950, cuando comenzaron a documentarse variaciones en el planeta, como el calentamiento de la atmósfera y los océanos, asociados a la disminución de la cantidad de hielo y nieve y el aumento del nivel del mar.
La reducción de las emisiones de CO2 es fundamental para que las consecuencias del calentamiento global no sean catastróficas. Ya no vale poner en duda los efectos del dióxido de carbono en la atmósfera, ni ridiculizar los malos augurios acerca de cómo redundará el cambio climático en nuestro estilo de vida. Es el momento de actuar, hay que ponerse manos a la obra para intentar amortiguar los impactos que generará esta situación.
Si bien la iniciativa debe correr de parte de los gobernantes, tanto de los principales países contaminantes (los Estados Unidos, China, la Unión Europea, la India, Rusia…) como de Naciones Unidas, los aportes deben ser cosa de todos. No solo las industrias contaminan el aire, también lo hacen las centrales, que producen la electricidad que consumimos en casa, o nuestros vehículos. Esta es una fecha para la reflexión de todos.
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